Una de pájaros

[...]
-La gaviota.
-¿Seguro?
-Como te lo digo. Sí, sí, yo mismo la ví -dijo levantando la cabeza con aires orgullosos.
-¿Y cómo fue que se le ocurrió esa tontería?
-Marco que cortito eres. A ver, el otro día estuve en la parada de la Salute picotenado algo con mi amigo Giuseppe el gordito. ¡Hostia! Pues no se presenta de repente una gaviota enorme, blanca con el pico remachado de rojo, y se tira loca contra unas bolsas de basura amarillas del Billa. Cómo una aunténtica cabra oye. ¡Ala! No se le ocurre otra cosa que meter su cabeza en una de ellas y empezar a sacar comida medio podrida para comérsela. Asqueroso -concluyó un tanto malhumorado.
-En fin. Para que después digan que los gorriones somos una panda de guarros. Por cierto, ahora me viene a la mente un anécdota de hace unas semanas.
-Cuenta, cuenta.
-Un par de palomas en Santa Margherita.
-¿Qué se te ha perdido a tí por allí? -Interrumpe.
-Dan bien de comer.
-¡Anda! Bueno sigue.
-Sí. Dos palomas medio locas se ponen a pelear delante de una vieja en un banco. Ésta se ve que les había tirado un par de migajas de pizza y las muy ceporras corrieron las dos a la vez a por el manjar. Se dieron un coscorrón en la cabeza y una le picoteó a la otra seguidamente. Respondió la segunda con otra picadura y después se fueron volando.
-Tontas del ala.
-Pero ahí no acaba la cosa. La que atacó primero va y se caga desde lo alto sobre la pizza de la anciana.

(Risas)